Llegando del Chaco, me ha recibido Mara. Me dijo que cerrara los ojos. Un hermoso termo Cerro Porteño. Una preciosa carta. Mara, en resumidas palabras, me entregó una vez más su mundo, su amor, sus ganas de vivir... Estaban más atrás Clara y Nora.
Es que, desde hace unos 7 años, soy papá.
Cuando estaba naciendo Mara, estaban esperando conmigo mi hermano Hugo y mi suegra Cristi. Les confieso que no sabía qué tanto decir ni qué tanto hacer, estaba angustiado y ansioso, mis 21 años aún el recuerdo de mi infancia y mi adolescencia allí fresquitos me pasaban la factura... Fue así que alcé a mi niña, y lloré con mis seres queridos. Allí estábamos. En aquella fiesta.
6 años después nuevamente fui papá.
Cuando Clara nació estuve viéndola salir del vientre. La emoción me embargó. Nuevamente me estaba dando cátedra de mundo, una pequeña que con un pequeño llanto, y una pequeña sonrisa, abría la nueva etapa de mi vida. Después abracé a mi hermano. También a mi madre.
Así fue. Que hoy soy papá de dos hermosas niñas.
En este día del padre celebro el milagro de la vida, miro al infinito. Mis hijas son el mayor tesoro que tengo en esta vida.
Mis papás ya están en el cielo, el que no conocí, Hugo Antonio, y el que conocí, Hugo Daniel, quien era, aparte de ser mi papá, mi hermano, mi amigo y mi compañero. Quien fue el primero en enterarse de que sería y fui papá, por primera y segunda vez. Ellos me acompañan en la energía que se precisa día a día.
Mara y Clara me han enseñado a ser papá. Hoy, este papá, aunque triste, sigue contagiándose de la vida que corre... Hoy, este papá espera comprender este mundo para seguir construyendo el espacio para que estas niñas sigan la marcha... para que la vida prosiga...
Hoy, por ellas, sigo vivo.
Eso es ser papá. Es el significado que me queda entre tanto ruido.
Hoy, por ellas, sigo vivo.
