Quien más quien menos sabe qué "partido se está jugando" cuando se defienden cosas tan importantes, sin embargo tan inmateriales a la vez: los Derechos Humanos, y más específicamente, los Derechos de los Pueblos Indígenas. Ayer fui testigo presencial del abuso de poder, y de la ira que genera "este partido", en quienes quieren que las cosas sigan como siempre.
Cuando estaba vigente la dictadura de Stroessner, era muy pequeño. Mi madre un día me contó que "hubo Golpe de Estado", y los recuerdos que tengo son de una señora mayor bajando un cuadro del general de la pared de su sala. Me han contado de la tortura. Me han contado de los allanamientos de casas de gente sospechosa... Me han contado de la presencia policial y parapolicial en las casas, iglesias, plazas. Pero nunca he presenciado con mis propios sentidos, lo que significa el autoritarismo, el abuso de poder, la nefasta práctica de lo irracional.
Hasta el día de ayer.
Una ONG del Chaco ha advertido riesgos sobre población indígena. Como siempre, ante esto, y como es normal, se podría decir, hay todo tipo de reacciones. Pero, ayer, sin argumentos convincentes más que la orden de allanar e incautar, el estado a través de la Fiscalía y la Policía Nacional han entrado rompiendo una ventana en Iniciativa Amotocodie, Filadelfia. Han generado el pánico de gente trabajadora, han desparramado documentos legales con los que la institución rinde cuentas al mismo estado, han desparramado títulos, acuerdos, convenciones, copias de entrevistas, han sacado uno por uno los equipos, los han tirado en cajas, y los han llevado en forma brutal, y por qué no, perversa. Han rayado la demencia llevándose documentos personales de las personas.
En el desquiciado acto, han tratado de delincuentes a quienes, por derecho propio, se han constituido legalmente en el Paraguay bajo la figura de las Asociaciones Civiles sin fines de Lucro, y han cometido un acto de barbaridad singular en la vida democrática paraguaya, en la región del Chaco.
La Constitución es clara. Las leyes y decretos en el Paraguay son categóricos. Existen vías institucionales donde el debate, el consenso, y también el disenso hacen nuestra cultura democrática. Todo ha sido atropellado.
Y lamentablemente, esta es una crónica de un suceso anunciado.