El día, la noche. El sueño, la vida, la historia. El trabajo, la rabia. La paciencia, ... el amor.
Hemos entregado mucho de nosotros, hemos recibido mucho asimismo, nosotros también.
Cuando la vi, no me hice ninguna pregunta. Cuando la tuve, empecé a mirar entre mis cerrojos, e interrogarme cual ávido fiscal, pasando por cada una de mis entrelíneas.
Seguía sin poder entender mucho de mi. Y miré hacia mis adentros. Allí empezó a clarear ese sol interior. Unos años después, pude hacer esta afirmación: Estaba en una parte de mi existencia, cuyas marcas quedarían para la posteridad, y la piel se haría eco...
Hoy, son 6 años. El tiempo, el implacable, me recuerda que son pocos. Pero muchos.
Afuera de casa, sonríe y juega una nena.
6 años. Nos hemos transformado. Caminamos, no sabemos hacia qué rumbo, pero vamos. A algún puerto, diría el marinero, hemos de llegar.
Pero, si estamos casi seguros, de que estaremos juntos. La única, feliz y tierna certeza que tenemos.
Dedico este escrito a ella, no falta poner su nombre. Ella lo sabe.
2 comentarios:
Eddie, un abrazo en la distancia, loco. Es bueno siempre escuchar tu voz, leer tu voz....
Cuando uno tiene un hijo, una hija, tiene todos los hijos y las hijas del mundo!!, lo leí por ahi y me gustó. Sólo el amor de nuestros hijos nos da fuerzas para seguir batallando, siempre!! :D
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